domingo, 27 de abril de 2008

Eres tú amor...

Alguien dirá que mi obligación moral es entregar a su autor estos folios mecanografiados que tengo en mi poder. Así lo haré en breve, una vez aparecida su obra en el blog. ¿Era la Eneida propiedad de Virgilio cuando el poeta reclamaba en su agonía a sus albaceas la destrucción del manuscrito porque su afán perfeccionista no toleraba un puñado de versos inacabados o por pulir? ¿De quién es hoy la Eneida, uno de los diez o doce libros más célebres e influyentes de la literatura universal? ¿Reprochamos ahora a los albaceas de Virgilio el no haber tenido el escrúpulo moral de haber destruido el manuscrito, tal y como era el deseo de su autor? Salvando todas las distancias, ¿quién nos asegura que Andrés, entrado ya en la cuarentena, reniegue de su afición de juventud y esté tentado de destruir la única copia en que nos consta que esta producción se conserva? Él, además, ha publicado en diversos medios (El Diario de Burgos y Regañón, fundamentalmente, así como en folletos de fiestas de Castrojeriz y Pedrosa) varios de sus poemas. Es decir, no ha manifestado reparos en la difusión pública de su obra. Es más, yo mismo (y esto lo pueden acreditar Chisum y Mónica, allí también presentes) lo he acompañado a la redacción del Diario de Burgos con buena parte de estos poemas para que este medio los publicara. No creo que esta modesta difusión cibernética pueda resultarle desconsiderada o atrevida, pues él ha declarado siempre que su poesía se escribía para ser compartida. ¡Hemos coreado tantas veces al unísono sus poemas más célebres a altas horas de la noche!

Las hojas que han caído en mis manos no presentan índice ni discriminación temporal alguna. Desconozco también a qué porcentaje de su opera omnia alcanza este conjunto de poesías. Como no me atrevo a establecer ni orden ni jerarquía entre ellas, he optado por seguir la numeración que aparece manuscrita a bolígrafo en la parte superior derecha de los folios. Cuando no presentan un título explícito, los encabezo con su primer verso. Mucho me malicio que este legajo de poemas que yo he encontrado accidentalmente, un día de escrutinio y limpieza, insertos en un gran sobre blanco entre el barullo de mis papeles, estuvo en algún tiempo en poder de Chisum. Y hasta juraría que fue éste quien los mecanografió, pues no me consta que Andrés haya gozado ni del instrumento ni de la habilidad técnica para hacerlo, a partir de los manuscritos que el propio poeta le fue entregando, de a poco o todos de una vez. Es cosa sabida la relación de mutua amistad y admiración que Andrés y Chisum se han merecido desde siempre.

En suma, que el orden en que irán saliendo estas composiciones se debe tan sólo a ese misterioso número que, sin saber con qué justificación ni propósito concreto, encabeza la única copia de la que yo tengo noticia y que ahora atesoro entre mis manos. El poema que lleva el número dos es el que sigue, de tema amoroso y que por algunos recuerdos que yo guardo sobre el asunto que trata, me atrevería a fechar entre los años 1987 y 1989. Como en el caso de El alambrista, dejo el comentario que me merece para la próxima entrada del blog.



¡Eres tú amor…! (de Andrés Rastrilla)

¡Eres tú amor
el que me me ha robado el corazón
y me ha llenado de dolor!
No sé dónde te encuentras,
pero ando por la vida
dando muchas vueltas,
buscando tu guarida.

Me siento amargado
pues tú mi corazón me has robado.

¿Te has buscado por ahí otro amor?

Me siento triste,
mas en ti he pensado
la última noche
que tú me diste.

Recuerdo tus ojos, tus ojos,
tus cabellos,
noté en ellos
unos rojos destellos.

No sé dónde estás,
no te encuentro.
¿Te has reído de mí?
Pues he mirado
por allá y por aquí.
Encontraré a otra
más buena y madura,
que no me deje como tú,
lleno de tanta locura,
lleno de amargura.

¡Eres tú amor
el que me ha robado el corazón
y me ha llenado de dolor!
No sé dónde te encuentras
pero ando por la vida
dando muchas vueltas
buscando tu guarida.

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