jueves, 24 de abril de 2008

¿Y qué hago yo aquí?

Tengo claro el objeto fundamental de este blog: persigue la máxima y más respetuosa difusión de la obra poética de Andrés Rastrilla Calleja. Tiempo tendremos (este tipo de escritura evanescente desafía a la eternidad, al espacio, a cualquier pretensión de orden) de hacer saber quién es y por qué se asoma aquí su lenta estampa ciclópea. Quien esto escribe guarda una deuda de gratitud para con aquellos tiempos y poemas que, juntos, y declamados entre las efusiones del alcohol, nos ofrecieron la mayor concentración de entusiasmo que nos será dado vivir. Ambos, él y yo, y algunos otros que con el tiempo dimos cuerpo al Comité Anti Misas, apuramos nuestra infancia en cualquier pueblo de la estepa castellana. El nuestro se acomoda al pie de la ladera de uno de los últimos páramos, allá donde dos ríos, el Pisuerga y el Odra, han abierto el espacio con su tesón prehistórico: espacio que se libera hacia Tierra de Campos, donde fluye sin aristas ni contraste. Por las calles sólo transita el cierzo enloquecido; nosotros nos guarecemos de su filo aplastados al sol, burlamos su silbido sañudo en el remanso de las piedras de la plaza de Evilasio. Sentados donde tantos se sentaron antes, las piedras se han suavizado. Tal vez fue en aquellas tardes de claro invierno, cuando Andrés ensartó sus primeras rimas.

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