En este tema Rastrilla siempre dibuja un escenario idílico, en el que el pueblo espera con ansiedad la fiesta, la disfruta con mesura y concordia y la despide resignado, aunque alegre ante la expectativa de repetir experiencia el año venidero. Este tono de amable costumbrismo se corresponde muy bien con su intensa vivencia personal en estos eventos anuales.

Además, en nuestra infancia (en el segundo lustro de los setenta, más en concreto) se dieron en Pedrosa las fiestas más brillantes de las que se tiene noticia, con corridas de toros, llamativos espectáculos de variedades, abundancia de barracas, atracciones y puestos de golosinas. Aquellas fiestas dejaron una impronta en nuestro recuerdo que nos predispuso siempre a su favor, aunque los tiempos que vinieron después fueran menos generosos. De ahí esa entregada benevolencia, ese candoroso afecto que muestra Rastrilla por estos días en que nuestro pueblo cambiaba.
Alguna vez tendremos que hablar con sosiego y detenimiento de las fiestas de pueblo, de sus caóticas verbenas intergeneracionales, que siguen teniendo sobre nosotros un ascendiente irresistible. Yo me cuento entre sus apologetas, aunque la bandera más alta de su rehabilitación la enarbola en estos tiempos Isidro, uno de los ídolos de juventud de Rastrilla, que aún las frecuenta con más fidelidad que un almendrero. No hace aún un mes que estábamos bailando en Presencio, en una gran nave para usos agrícolas.
La fiesta del pueblo (Andrés Rastrilla)
Alegría y diversión
pues ha llegado
a este pueblo,
hoy la función.
Con pasacalles y dianas,
ahora los músicos
alegran las calles
por las mañanas.
Con dulzainas y tambores
dan alegría al pueblo
por todos sus alrededores.
A cualquier hora del día
los bares están abiertos
para que tomen bebidas,
todos los que están sedientos.
Para olvidar las penas
y todos los reproches,
hay bailes y verbenas
todas las noches.
La gente estos días
no se echa la siesta,
porque ha llegado la fiesta
con grandes alegrías.
Los de otros lugares,
el último día,
van a los hogares;
en la última verbena
la gente tiende a irse
y espera que llegue
pronto otro año,
pues la fiesta
no ha hecho
a nadie daño.
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