sábado, 17 de mayo de 2008

Duelo en el redondel

Hay que partir del dogma de que nada está totalmente a resguardo de la inspiración de Rastrilla. Su universo temático, que observa preferencias, como es natural, y en el que se sienten corrientes profundas bastante estables, se muestra muy variopinto. En este poema, por ejemplo, presta su atención a las corridas de toros, cuestión de honda raigrambre literaria (me viene caprichosamente a la memoria el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías), pero que nunca hubiera creído objeto de su interés. Seguramente atraído por el indudable atractivo trágico que para cualquier artista tiene un duelo a vida o muerte que está basado en unas normas estéticas, deplore o no la sustancia del rito, Rastrilla apura el desenlace sangriento, pues fija su atención en una cogida a muerte.

No sé precisar la fecha de composición de este poema, pero creo que no es ajeno a la enorme conmoción que en su día ocasionó la muerte del torero Francisco Rivera Pérez, Paquirri, sucedida el 26 de septiembre de 1984 en Pozoblanco.


Duelo en el redondel (Andrés Rastrilla)

Llena se encontraba la plaza,
ansiosos todos por ver el duelo
en este grandioso redondel
entre el toro y el torero.

Ya sale el primero, fuerte y avispado;
al torero, con rojo capote,
le embiste muy encrespado.

Empieza ahora la lucha a muerte,
sale el animal a la caza,
y el torero se hace el fuerte
para ser aplaudido en esta plaza.

Ábreme en tu sacrificio,
grita mudo el torero a Dios;
que no manche esto de sangre
te lo pido por favor.

Interesante se pone la pelea
pues el de la montera
hoy sabe muy bien torear,
y el toro embiste de cualquier manera
para ver si lo puede atrapar.

Ya corre el rojo en la plaza,
la gente empieza a gritar,
el torero ha sido cogido por la espalda
cuando salía a la zaga por detrás.

¡Adiós a este mundo desdichado!
pues ya no puedo vivir más,
si el pitón fuerte me ha clavado
y corre en grifo la sangre.

Aunque llegue pronto al hospital
nadie, nadie la podrá parar.
En el duelo, perdido el torero,
ya no le vemos más torear.

Por eso quiero cantar, y dejar
estas memorias en el recuerdo.

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