
El tema existencialista resurge con rabia en esta poesía. Es muy probable que esta composición sea una reacción directa ante la muerte de alguien especialmente estimado por Rastrilla. Pero, lejos de su primer motivo, se convierte en un grito de rebeldía y desacato contra nuestra fatal suerte de mortales. Sin duda, lo más llamativo de este poema, lo que le hace sumamente original es la absoluta falta de resignación ante la muerte. Muchos poetas han maldecido nuestra caduca condición, muchos han cargado lamentos, iras, endechas o hermosas elegias. Pero no recuerdo una manifestación de insumisión semejante a ésta. Sin embargo, como ninguna rebeldía vale contra el paciente Caronte, el final del poema plantea la eterna duda en forma de camino imposible (
una puerta de salida / por la que no entraré jamás). ¿Tal vez se alude al suicidio, tal vez a la nada que espera tras la puerta? El final enigmático nos deja el eco persistente de una duda.
Por otro lado, y a pesar de su relación con el Comité (donde, justo es decirlo, no ocupó ningún cargo relevante), es fácil rastrear en algunos poemas de Rastrilla su absoluta sintonía con los valores de nuestro rancio catolicismo castellano, manifestado con saña en ese
¡Adiós a Satanás! que identifica a la muerte con el castigo. Idea interesante, por cuanto no se valoran las opciones salvíficas de la religión.
Desaparecido de la vidaDesaparecido de la vidaya no es nadie aquí,nos ha dado su despedida;persona alegre en vida,lloro más fuerte por ti.Golpes fuertes das;en este mundo fervienteno eres nadie cuando te vas,sólo una piedra inerte.¡No quiero conocerte!¡Quiero vivir más!¡Adios a Satanás,y fuera la muerte!Eres tú un destinoal que no quiero llegar,una puerta de salidapor la que no entraré jamás.
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