domingo, 25 de mayo de 2008

Sueños cautivos

Tiene esta poesía la particularidad de conservarse manuscrita, firmada y datada (en septiembre de 1998). Es, por tanto, una de las poesías más recientes dentro del corpus poético que hemos ido editando en razón a la colección de poemas que obraban en nuestro poder.

Para mí supone una de sus composiciones más crípticas, de muy difícil intrerpretación. Su tema parece comprender una reflexión sobre su actividad poética, pero matizada con las inquietudes existencialistas que de cuando en vez abordan a Rastrilla. Parece hablarnos el poeta de la frustración (en un lánguido rincón de vanidades) que impone la distancia entre sus expectativas de reconocimiento y la fría realidad, o incluso en un intento por crear una obra luminosa y positiva, y el sometimiento a unos temas impuestos por una verdad áspera y desolada. Esta transición de gigante a pequeño, esos sueños atenazados, ese afán sobrado de sentimiento, esas crueles realidades..., todo ello tiñe a esta composición de pesadumbre y amargura. En la segunda estrofa es cuando más impenetrable se vuelve el poema. Aunque hay expresiones poéticas conseguidas (y arriesgadas), como soldados con cima de empeño, son como los fogonazos inconexos de las luces de los coches que atraviesan la noche, sin que se pueda trenzar una relación entre todos ellos. El tono sigue siendo de resignada asunción de la realidad y de cierto autorreproche (soñador constante de la vida ya no eres), aunque al final de la composición parece haber encontrado su sitio en el cementerio de las almas incomprendidas que dejan escrito su mensaje para otras almas gemelas que, andando el tiempo, la redimirán.

Todo lo dicho, y la fecha un tanto tardía de datación del poema, parecen hablarnos de un Rastrilla desencantado que medita seriamente dejar su actividad literaria. Sin duda, y aunque no puedo asegurarlo de manera documentada, la producción poética de Andrés sufrió una enorme merma con la llegada del nuevo siglo, y este poema parece un claro síntoma de un estado de ánimo desilusionado que acabará por desmentir el alegre optimismo de aquel valiente compromiso poético sellado dos o tres lustros antes con aquella suerte de manifiesto poético que fue "soy poeta y escritor..."

Con este interesante poema doy yo también por terminada la edición de este blog. Viene a coincidir en el tiempo, y parece algo más que una coincidencia, con la celebración de la función de Pedrosa, fecha que a Rastrilla, como hemos visto, siempre le ha llenado de alborozo y que ha vivido con tanta intensidad. Sé que la edición ha sido un tanto caótica, sin el rigor crítico que en todos los sentidos (retórico, documental, histórico...) debiera haber dedicado a esta colección de poesías. Pero, así como Andrés deja mostrar en esta última la fatiga de su ejercicio, y un cierto sentimiento de frustación, yo también siento que en esta tarea que me he encomendado, mis fuerzas y mi talento (y hasta mis posibilidades) son todos ellos limitados, y creo que no podría dar mucho más de sí.

Con todo, y ya a modo de despedida, me gustaría que el ocasional lector de todas estas líneas (las que forman versos, núcleo de estas páginas, y las amontonadas en prosa) fuera indulgente, supiera valorar las circunstancias, motivaciones y pretensiones que tuvieron todas ellas, y no saque conclusiones malsanas. Rastrilla y yo compartimos una visión de la vida en la que ésta no se puede tomar de todo en serio, rodeada como está de abismo e incerteza, y sitiada tantas veces por el dolor y la amargura. Nos ha gustado construir especulaciones en el aire, mundos paralelos que la realidad no puede mancillar, porque no pertenecen a su severo dominio. Un mundo inasible construido alrededor de la Pedrosa de nuestra infancia, de ese reino mitológico del que todo lo que aquí se dice es tributario, de esa escuela, de ese río, de esas calles por las que aún sentimos tanta devoción.

Y para acabar, esta bitácora es algo así como eran las escaleras del frontón, bajo la sombra de las acacias, donde antes de comer afluíamos todos para charlar un rato, hacer planes o recordar algún episodio de nuestra breve historia. Este lugar está abierto con la misma hospitalidad a todo aquel que quiera sumarse a nuestra tertulia. Entre todos podemos crear, desde las poesías de Andrés, unas grandes escaleras virtuales, a la sombra de las acacias, justo antes de ir a comer.


Sueños cautivos (Andrés Rastrilla)

El tiempo atenaza mis sueños
en un lánguido rincón de vanidades.
El personaje gigante se hace pequeño
por estar perdido en el tiempo
con cartas que siembra el pensamiento
y afán sobrado de sentimiento
de poemas sordos pensados en crueles realidades.

Soñador constante de la vida ya no eres.
Signo endeble, pero tus versos son vida, son tiempo.
Clavado en eternos libros viejos
soldados con cima de empeño
por mentes bravas que llenan un sípido aliento
colgadas en ese gran pedestal.

La pluma su espada y su señal,
y en la mente su alma gravada
que une las manos libre de todo este manjar.

Sueña y sigue soñando
poeta cautivo, ¿adónde vas?

Voy a recitar unos versos
para almas poéticas que con el tiempo,
aunque en tierra estén hundidas
sus joyas poéticas hablando están.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sublime. Felicidades a los dos. A uno por la poesía, y a otro por el Blog. Un saludo y nos veremos a menudo por aquí