
Llama la atención que el poeta, en otras ocasiones tan devoto del tradicionalismo católico, cuando ahonda en la esencia del ser humano, no haga la más ligera alusión a algún tipo de consuelo espiritual, demostrando un afiebrado existencialismo.
Para transmitirnos esa angustia opta de nuevo por una expresión infantil, deliberadamente ingenua, en que relaciona el carácter inasible del tiempo con la huidiza condición del pensamiento.
Pasajero del tiempo (Andrés Rastrilla)
Desde el año que nací
aún no me encuentro
ni sé cuánto viví.
Pasen horas, días,
pasen semanas, meses,
pasen muchos años.
Estoy perdido en el tiempo,
no encuentro en mi pensamiento
si vivo ahora
o vivo nunca,
si es noche o es mañana.
Estoy perdido en una membrana.
Sigo vagando con el tiempo
sin saber cuándo acaba el viaje,
y llevo cargado en mi pensamiento
todo lo que es mi equipaje.
No sé si ha pasado un día
o han pasado cientos.
soy un pasajero del tiempo
mendigando un futuro incierto,
sin tampoco saber
si estoy puesto como un cimiento
ni cuánto camino hay por recorrer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario