sábado, 3 de mayo de 2008

El corazón

Tal vez lo más llamativo de este poema sea su propio objeto, el corazón entendido como un órgano vital. Sólo en el último verso se deja entrever una orientación metafísica que, en cualquier caso, está fuera del propio corazón. Sin embargo, el corazón "está al lado del tiempo", es decir, marca el mortal tiempo vital, y por ello, "vale más que el oro". Luego debemos reconocer que la intensidad poética decrece en las dos estrofas intermedias, aunque la segunda preludia astutamente a la cuarta, que arranca de manera similar, pero que incluye el poderoso desenlace final, con su enigmático remate metafísico. El penúltimo verso (que no se siente el cras), con su dura onomatopeya, marca el hito trágico entre la vida y la muerte.

Y es que hay un Rastrilla existencialista que surge de improviso, en cualquier verso de cualquier poema, y lo hace de manera abrupta, y tal cual llega se va. No merece la angustia moderna un epigrafe sistemático en su poesía, ni se adivina como escena en la que discurre el drama de la vida humana, sino que fulgura alguna vez, dejando el eco de su estrépito.


El Corazón (Andrés Rastrilla)

Siento en mi cuerpo,
esa joya que es un tesoro
que está al lado del tiempo
y vale más que el oro.

Cuando esto se detenga,
ya sin más remisión,
hará que se contenga,
también la respiración.

En mi cuerpo siento latidos,
de esta máquina de acción,
como unos fuertes gemidos
que da un niño llorón.

Cuando esto deje de funcionar,
dará paso a la calma
y dejará ya empezar
a lo que viene detrás
que no se siente el cras
pero es el alma.

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