lunes, 5 de mayo de 2008

Tercera edad

Hay poemas en que Rastrilla, como en tantos otros, sucumbe al tópico y no logra escapar, con algunos de sus audaces artificios estilísticos, de la ramplonería. Desdichadamente, y a mi modesto entender, éste (y ya desde su desafortunado título) es uno de ellos. Es cierto que percibimos en él su bien conocida bonohomía, pero nada más podemos explotar de este manojo un tanto desordenado de versos. Ni se muestra mínimamente disciplinado en las estrofas (porque no hay compás estrófico, pero tampoco una voluntad decidida de sabotearlo, que es otra manera de hacer poesía), ni asoma ninguno de sus atrevidos apóstrofes, ni nos desconcierta algún brusco giro temático, como tanto es de su uso. A cambio tenemos una sarta de lugares comunes sobre la vejez, contemplada ésta con una beatería religiosa impropia del filo existencialista de alguna de sus composiciones. Su evocación de la infancia tampoco consigue provocar una imagen, o levantar un recuerdo nostálgico. En fin, todo creador tiene sus altibajos, y en esta poesía (por su tema, por su enfoque y por su poca osadía expresiva) tenemos al Rastrilla de bajas pulsaciones que nos encontramos de tanto en vez. Aunque, sobra decirlo, esta opinión es tan propia y tan subjetiva, que lo mejor es que se lea el poema y que cada uno opine.


Tercera Edad (Andrés Rastrilla)

Despreciados somos,
por ser los más grandes,
pues hasta los años, ya,
se nos pegan a las carnes.

Cuando vemos un niños
nos acordamos del allá,
de aquellos tiempos pasados
cuando nos miraban con cariño y no sabíamos callar.

Estamos ya de capa caída,
mujer con canas y hombre con bastón,
se nos acaba la vida,
y aunque no tenemo ganas
pronto estaremos con el Señor.

Somos la edad avanzada,
con poco pelo en la cabeza
y muchas arrugas en la cara.

¡Ya no podemos correr por las calles aquellas!
¡Ya no podemos bailar,
pues las piernas nos hacen mella!
Sólo podemos rezar al Señor y a la Virgen
para que más años nos puedan dar,
aunque ahora ya
ni los cuatro peldaños
de la escalera
podamos avanzar.

Tenemos miedo a la muerte,
que nos deje más Dios,
y que con suerte,
esperemos tarde todavía
dar el último adiós.

No hay comentarios: