
Nunca agradeceré lo bastante a Andrés el haber aceptado la invitación para componer y recitar una poesía en la celebración de mi boda, allá por marzo del 96. Poesía mejorada con una adición preliminar debida a Chisum, que logra evocar de manera entrañable nuestros comunes recuerdos de infancia. El recitado de su poesía fue un emocionante homenaje a la amistad que en su día tanto cultivamos, y fue sentidamente ovacionado por todos los que estaban presentes en el torreón del Infantado de Potes. El poema consiguió lo que pretendía, rescatar por un instante algunas sensaciones que creíamos ya sepultadas por la nostalgia o el olvido. Hay que decir, en descargo de algunas deficiencias del poema (las tópicas apelaciones a Cantabria como tierra de poetas, o el carácter un tanto sacramental del "sello" que Andrés utiliza como pintoresca imagen para una unión matrimonial), que la composición, por circunstancias que no vienen al caso, fue un poco apresurada.
Y como una imagen es capaz de contextualizar un evento mejor que la descripción más detenida, bastará con contemplar la fotografía del poeta en pleno acto declamatorio para hacerse una composición de todo lo dicho.
Introducción
Pasaron ya nuestros tiempos dorados de la infancia
en los que éramos felices, cándidos e inocentes.
Pasaron ya nuestros tiempos escolares
en los que, juntos, aprendíamos a leer y escribir.
Ya pasaron nuestros tiempos fantásticos
en los que jugábamos al fútbol con una botella de lejía,
en los que celebrábamos las olimpiadas con las chapas de las botellas,
en los que íbamos con nuestras latas de moledero en moledero,
y en los que recorríamos, vertiginosamente, las calles del pueblo
con nuestras endiabladas bicicletas, arrastrando ruidosas latas.
Pasaron ya aquellos tiempos de lucha y exaltación
en los que exigíamos la liberación de Nelson Mandela
y cantábamos el amor a la mujer.
El tiempo, el tiempo, escribió el gran Borges, es la materia de la que estamos hechos.
Pero la amistad, nuestra amistad, la amistad que hoy nos ha congregado,
ha resistido al paso inexorable del tiempo.
El nuevo sello del amor (Andrés Rastrilla)
Podréis creer:
invitados todos
a este gran acontecimiento,
el buen amigo aún sigue despierto.
Por los cielos de Cantabria,
tierra de poetas,
vengo a casar a mi amigo de siempre,
el más amigo, y el más rebelde.
Entre el botón que cierra
el abrigo del crudo invierno
y el nuevo ojal que trae la florida primavera,
se abre una nueva unión,
ojalá de felicidad y de sabia nueva.
Entre Cantabria y Asturias
tierras verdes son bandera
en lo más cerca del mar
las olas traen un poema.
En lo más alto de esta tierra verde,
en los Picos de Europa,
donde los más grandes sueñan despiertos,
un gran sello se pega hoy a esta tierra,
un sello de los más fuertes,
de los que nunca se despegan.
En Cantabria, la más alta,
juntamos hoy nuestras copas,
en lo más bello de esta tierra,
un gran día nos sonroja.
Que juntos, los dos,
seáis la gran noria,
con las mayores vueltas del amor,
la experiencia acopiar,
la mejor música, la mejor música,
que seáis la pareja más alegre
y mejor comprometida.
Y sin más demora termino este escrito,
deseándoos el mejor sello del amor,
y, sin más termino este canto,
y os agradezco vuestra invitación
con la más tierna sonrisa
(gracias, Gerardo; gracias, Marisa).
1 comentario:
Debo reconocer que estaba tan ocupado haciendo la foto que se me pasó por alto una estrofa de la calidad de aquella que dice:
Entre el botón que cierra
el abrigo del crudo invierno
y el nuevo ojal que trae la florida primavera,
se abre una nueva unión,
ojalá de felicidad y de sabia nueva.
Cuanto más la leo ahora, poco más de catorce años ha, me estremezco.
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